top of page
felixjacostar

El discurso anónimo que cambió para siempre la historia de los derechos LGBT+


La homosexualidad era considerada un trastorno mental en 1972. Pero la disertación de un joven doctor durante la convención de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría de ese año marcaría un antes y un después en la despatologización de la diversidad sexual. El segundo día de la convención anual de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (la APA, por sus siglas en inglés), en 1972, ocurrió algo extraordinario. Mientras los psiquiatras reunidos, en su mayoría hombres blancos con trajes oscuros, ocupaban sus lugares en las innumerables sillas del Salón Danés en el Hotel Adolphus de Dallas, una figura disfrazada se coló desde los pasillos traseros. En el último momento, atravesó una cortina lateral y ocupó su lugar en la parte delantera de la sala. El público dejó escapar un suspiro de sorpresa. El aspecto del hombre era grotesco. Su rostro estaba cubierto por una máscara de goma de Richard Nixon y llevaba un esmoquin chillón que le quedaba muy grande y una peluca de cabello muy rizado. Pero la extravagancia de su atuendo perdió importancia cuando empezó a hablar. “Soy homosexual”, comenzó. “Soy psiquiatra”. Durante los siguientes diez minutos, el doctor Henry Anónimo (así había pedido que lo llamaran) describió el mundo secreto de los psiquiatras homosexuales. De manera oficial, no existían; la homosexualidad estaba catalogada como una enfermedad mental, por lo que reconocerla suponía la revocación de la licencia médica y la pérdida de la carrera. En 42 estados, la sodomía era un delito. La realidad es que había muchos homosexuales en la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, el organismo profesional más influyente de este ramo médico, afirmó el médico enmascarado. Pero vivían en la clandestinidad, ocultando todo rastro de su vida privada a sus colegas. “Todos nosotros tenemos algo que perder”, continuó. “Tal vez no se nos considere para una cátedra; el analista que está en la misma calle deje de enviarnos a los pacientes a los que no puede atender; nuestro supervisor nos exija que pidamos una licencia para dejar la consulta”. Esa era la concesión que había aceptado hacer en su vida el hombre enmascarado. Pero el precio era demasiado alto. Eso es lo que había venido a decirles. “Sin embargo, corremos un riesgo aún mayor al no vivir nuestra humanidad plenamente”, dijo. “Esta es la mayor pérdida, nuestra humanidad honesta”. Tomó asiento en medio de una gran ovación. El discurso, que duró 10 minutos, pronunciado esta semana hace 50 años, fue un punto de inflexión en la historia de los derechos de los homosexuales. Al año siguiente, la APA anunció que daría marcha atrás a su postura de casi un siglo y declaró que la homosexualidad no era un trastorno mental. Es raro que los psiquiatras transformen la cultura que les rodea, pero eso fue lo que ocurrió en 1973. Al eliminar el diagnóstico del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (conocido como DSM, por su sigla en inglés), la psiquiatría eliminó el sustento jurídico de una amplia gama de prácticas discriminatorias: negar a los homosexuales el derecho al empleo, la ciudadanía, la vivienda y la custodia de los hijos; excluirlos del clero y del ejército y de la institución del matrimonio. Podría comenzar el largo proceso de hacer retroceder esas prácticas. Al remitir a los homosexuales a una consulta de psiquiatría, ya no se les enviaría a “curarse” (inyectándoles hormonas, sometiéndolos a una terapia de aversión o a psicoanálisis exhaustivo) sino que se les diría que, desde el punto de vista de la ciencia, no hay nada intrínsecamente malo en ellos. Después de pronunciar su discurso, el hombre enmascarado, John Ercel Fryer, de 34 años, voló desde Dallas hasta su casa en Filadelfia y anotó en su diario lo aterradora y profunda que había sido la experiencia. “El día pasó, llegó y se fue y yo sigo vivo. Por primera vez, me he identificado con una fuerza afín a mi persona”, escribió, en extractos incluidos en “Cured”, un documental de 2020. Aun así, no le dijo a su madre que lo había hecho; tampoco a su hermana ni a su mejor amigo de la infancia. En 20 años, contó lo sucedido a muy pocas personas. Fuente: https://www.google.com/amp/s/www.infobae.com/lgbt/2022/05/04/soy-psiquiatra-y-soy-homosexual-el-discurso-anonimo-que-cambio-para-siempre-la-historia-de-los-derechos-lgbt/%3foutputType=amp-type

40 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page